La maquina denominada "Aplasta cabezas" estaba compuesta por dos barras de hierro forjado, y en cada punta, tornillos con el principio de prensa o morza.
La barbilla de la víctima se colocaba en la barra inferior, y el casquete era empujado hacia abajo por el tornillo. Los efectos de este proceso son evidentes. Primero, se destrozan los alvéolos dentarios, después las mandíbulas, y luego el cerebro se escurre por la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.
Hoy en día ya no se utiliza como pena capital, pero goza de gran estima para su uso como interrogatorios en buena parte del mundo.
En la actualidad, el casquete y la barra inferior están recubiertos de un material blando que no deja marcas sobre la víctima.
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