Aunque estaba diseñado para destrozar las rodillas de los 'criminales', los verdugos no le hacían el feo a otras partes corporales. El torturador simplemente tenía que girar la manija para que las extremidades filosas devoraran lo que se encontrara en medio. Digamos que era una especie de 'aperitivo' antes de comenzar la verdadera mutilación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario